27 de noviembre de 2015

Orfeo Multicolor de José María Micó para Eurídice XXI



Orfeo multicolor



Hay quien tiene la suerte de creer que la poesía está en todas partes, y la reconoce en el viento, en una tarde lluviosa, en el crepúsculo, en un jardín salpicado de besos adolescentes o de estatuas derruidas. Yo no soy capaz de verla más que en las palabras, pero pienso también que sus males comenzaron cuando dejó de ser cantada, cuando olvidó que su esencia es la melodía y su objeto la percu­sión del alma. La música es el entorno natural de la poesía, es un lenguaje universal que, a pesar de sus innumerables escuelas y de sus variados estilos, consigue borrar en cuanto la oímos las fronteras entre lo popular y lo culto: las letras tabernarias de la estudiantina de otros tiempos pueden acabar siendo música de vanguardia, y el trío de morillas del Marqués de Santillana puede compartir espacio con otro trío no menos inolvidable, el de Quintero, León y Quiroga.

Al escuchar estas canciones de siempre con nuevos arreglos y novedosos matices no puedo dejar de evocar los versos de don Luis de Góngora: «otro instrumento es quien tira / de los sentidos mejores», porque la guitarra flamenca de Paco Escobar no es solo una guitarra. Es vehículo de buenas ideas musicales y los versos antiguos gozan aquí de una vida mejor, enunciados con los matices refinadísimos de la voz soprano y acompañados de originales armonías y modernizadoras percusiones. Lo intentaré decir musicalmente:


En el golpeador las uñas bailan,
el bordón vibra con los rasgueados
y los dedos repican, martillean,
silencian, acompañan, acarician.
¿Dónde está la materia, dónde el alma?
Todo a su tiempo, y en tu tiempo, todo.
Ya no es de leño el mástil, la guitarra
boquea con asombro y es ahora
arpa y tambor y viola y melodía.



José María Micó